LA NAVIDAD, UN CUENTO.
Queridos, queridas, querides, querid@s, arrobos, arrob@s, buffff... Perdón si me dejo alguna especie.
Llegado este momento del año, no queda otra que prepararse para esos fantásticos encuentros familiares en los que entre berberechos, vermout, vinos, más vermout, entremeses, entre más meses, canelones, pollo de corral ajeno -relleno-, barquillos, turrones, polvorones, ahora vienen los frutos secos -cinco de la tarde y seguimos en la mesa-... nos deleitamos con esa conversación, que ya arrastra lengua, en la que, bien el cuñado Tolosabe, o el primo Losabetó, intenta por enésima vez convencernos de cualquier gilipollez intrascendente de la que está absolutamente convencido, al día en datos, y de la que, por supuesto, tiene pruebas irrefutables (?). Nadie se las va a pedir. Con que se calle nos contentamos.
La misma foto del año pasado, y del anterior y...
Espero sinceramente no ejercer ese papel jamás. Si así fuese que Dios os pille confesados. Y quitad el alcohol de delante, s'il vous plait.
Transitamos estos días, con más o menos resaca y, más o menos enemistades familiares, y encaramos el año nuevo con algunas ilusiones que, más que posiblemente, para finales de enero ya ni recordemos. Obviamente si las recordamos habremos creado el argumento/s perfecto/s, para, una vez más, aparcarlas hasta nueva orden.
Y es así que pasa la Navidad, y los años, y la vida... De modo que aprovechemos y "riamos mientras podamos" -tal y como hacen los buenos jardineros-, que al fin y al cabo es lo que, no nos vamos a llevar, no, pero lo vamos a disfrutar. Libéranos Señor de todo mal, y muy especialmente, de todos aquellos que en estos días se rehacen el deshilachado disfraz de cordero, para poder ejercer de lobo el resto del año. Y sin necesidad alguna de Caperucitas. Ese cuento ya sabemos como acaba.
Volveremos a echar de menos a los que no están. Y a echar de más a muchos de los que, si están.
Volveremos a pensar que esta vida se vive una vez. Que de este año no pasa. Que... Sigue escribiendo tú.
En la última noche del año brindaremos, otra vez, por dejar atrás lo que nos lastra. Brindaremos, otra vez, soñaremos otra vez con hacer... Sigue escribiendo tú.
Y llegado el día de Reyes (de los Magos digo, no de los Godos) abriremos uno a uno los enlazados regalos, esperando, aún a sabiendas de que no llegará, lo que siempre le prometimos a ese peque que llevaremos siempre dentro. Básicamente porque, cada vez que intuimos cerca lo que queremos (léase deseamos, anhelamos...), no nos atrevemos a merecerlo. Tal vez el año próximo. Tal vez. Hace falta valor. Más valor.
Lo dicho.
Que sea una Feliz Navidad y, no te cuentes más cuentos.