martes, 19 de diciembre de 2023

LA NAVIDAD, UN CUENTO.

LA NAVIDAD, UN CUENTO.

Queridos, queridas, querides, querid@s, arrobos, arrob@s, buffff... Perdón si me dejo alguna especie.

Llegado este momento del año, no queda otra que prepararse para esos fantásticos encuentros familiares en los que entre berberechos, vermout, vinos, más vermout, entremeses, entre más meses, canelones, pollo de corral ajeno -relleno-, barquillos, turrones, polvorones, ahora vienen los frutos secos -cinco de la tarde y seguimos en la mesa-... nos deleitamos con esa conversación, que ya arrastra lengua, en la que,  bien el cuñado Tolosabe, o el primo Losabetó, intenta por enésima vez convencernos de cualquier gilipollez intrascendente  de la que está absolutamente convencido, al día en datos, y de la que, por supuesto, tiene pruebas irrefutables (?). Nadie se las va a pedir. Con que se calle nos contentamos.

La misma foto del año pasado, y del anterior y...

Espero sinceramente no ejercer ese papel jamás. Si así fuese que Dios os pille confesados. Y quitad el alcohol de delante, s'il vous plait.

Transitamos estos días, con más o menos resaca y, más o menos enemistades familiares, y encaramos el año nuevo con algunas ilusiones que, más que posiblemente, para finales de enero ya ni recordemos. Obviamente si las recordamos habremos creado el argumento/s perfecto/s, para, una vez más, aparcarlas hasta nueva orden.

Y es así que pasa la Navidad, y los años, y la vida... De modo que aprovechemos y "riamos mientras podamos" -tal y como hacen los buenos jardineros-, que al fin y al cabo es lo que, no nos vamos a llevar, no, pero lo vamos a disfrutar. Libéranos Señor de todo mal, y muy especialmente, de todos aquellos que en estos días se rehacen el deshilachado disfraz de cordero, para poder ejercer de lobo el resto del año. Y sin necesidad alguna de Caperucitas. Ese cuento ya sabemos como acaba.

Volveremos a echar de menos a los que no están. Y a echar de más a muchos de los que, si están.

Volveremos a pensar que esta vida se vive una vez. Que de este año no pasa. Que... Sigue escribiendo tú.

En la última noche del año brindaremos, otra vez, por dejar atrás lo que nos lastra. Brindaremos, otra vez, soñaremos otra vez con hacer... Sigue escribiendo tú.

Y llegado el día de Reyes (de los Magos digo, no de los Godos) abriremos uno a uno los enlazados regalos, esperando, aún a sabiendas de que no llegará, lo que siempre le prometimos a ese peque que llevaremos siempre dentro. Básicamente porque, cada vez que intuimos cerca lo que queremos (léase deseamos, anhelamos...), no nos atrevemos a merecerlo. Tal vez el año próximo. Tal vez. Hace falta valor. Más valor.

Lo dicho. 

Que sea una Feliz Navidad y, no te cuentes más cuentos.



domingo, 5 de noviembre de 2023

HIJOS, Y LA MADRE...NATURALEZA

 Si yo dijera todo esto, así, porque si, obviamente, como poco, me quemarían en la hoguera. Como es Jorge quien lo dice, es decir, un personaje ficticio y protagonista de este breve...digamos "manifiesto"...Pues no lo queman.

Así que, lo dicho. Vaya, lo dicho por Jorge. Me explica que la naturaleza ha sigo muy sabia y no le ha dado hijos.

Y no le ha dado hijos, a su decir, porque no sirve como padre. Menos como madre claro. Él es de otra época. Es de una época en la que, si se te consideraba capaz de irte de fiesta con los amigos, a Dios sabe dónde, se te consideraba capaz de volver solito. Así que, -dice, no sabría hacer eso de poner el despertador y levantarse la madrugada del sábado a las tres de la mañana para ir a buscar al niño a la discoteca. Prefiere hacer el amor después de una buena cena, con un buen vino, y dormir después como un lirón. Tiene por supuesto que mentalizarse -dice, y aceptar, que nunca tendrá ese cariño que profesa un hijo a las cuatro de la mañana en la puerta de una discoteca. Es doloroso pero lo acepta.

No sabe, o no sirve, -dice, para estar recibiendo mensajes de socorro permanentes, de un adolescente dispuesto a suicidarse porque se le han acabado las gigas. Sólo un padre (o madre) como Dios manda, sabe de la importancia, no ya del suicidio (que por cierto el adolescente ha programado y anunciado en redes para después de postear que se va a suicidar porque no tiene gigas); sino de lo vital que resulta para cualquier cerebro "en construcción", el hecho de tener -o no tener- gigas. Jorge no entiende  mucho de gigas. Ni puta falta que hace, -dice.

Así que se ratifica y celebra de la sabiduría de la madre naturaleza. La madre naturaleza elige sabiamente, y valga la redundancia, a aquellos cuya capacidad de educar es manifiesta. Ardua tarea. Y a los que no, pues los condena al ostracismo. A no perpetuar unos genes faltos de sentido común. Faltos de empatía. Faltos de comprensión hacia esos "locos bajitos" que canta Serrat, inocentes, dulces, y a los que, según parece, hay que dejar que sigan "jodiendo con la pelota", como mínimo, hasta pasada la treintena, momento en el que, con un poco de suerte, se marcharán de casa. Con algo más de suerte, tal vez no se separen. Sin embargo, es probable que algún cataclismo en su vida conyugal (léase -por ejemplo- que su pareja les ha agotado las gigas) arroje su drama (y sus huesos) de nuevo a casa de los padres, teniendo éstos la dicha de recibir  a su pajarito en el nido, ahora ya sin síndrome (el nido digo). Y quien dice, si tal vez, no tienen la dicha de poder poner de nuevo el despertador a las tres de la mañana para ir a buscar al niño a la discoteca. Y es que, no es comparable, -para nada-, cenar con un buen vino, hacer el amor y dormir como un lirón, con disfrutar del cariño que profesa un hijo a las cuatro de la mañana en la puerta de una discoteca. Y Jorge, lamentablemente, durmiendo -como un lirón-. No sabe lo que se pierde.

O si.

sábado, 21 de octubre de 2023

Relatos Cortos Mi Buenos Aires querido...

 El humo del pucho surca el Puente de la Mujer en Puerto Madero; cruza la Casa Rosada y haciendo un guiño al barrio de San Telmo, -entre bandoneones y chantas-, avista el Obelisco; sigue por Corrientes, avenida icónica, teatros míticos, históricas e intrigantes librerías, pizzerías al paso..., y así llega hasta el barrio de Once con su sinfín de comercios de telas infinitas, y sinagogas, volando repentinamente hasta el barrio de la Chacarita con su majestuoso cementerio; ahí le espera Gardel, sus tangos, su pucho...Su Buenos Aires querido.

lunes, 16 de octubre de 2023

 Microrrelato


Andaba apenas unos pasos por delante de mi. Mis ojos se clavaron en aquellos glúteos firmes, duros, provocadores.

Su rítmico caminar los erigía en el centro del mundo. De mi mundo.

De pronto giró su rostro y, con ojos lascivos, dirigió su masculina mirada hacia mi con una sonrisa cómplice...



jueves, 18 de mayo de 2017

jueves, 11 de mayo de 2017